Figura emblemática del Festival Nacional de Doma y Folklore de Jesús María, Guichón fue durante décadas la voz que abría cada jornada del festival con su talento repentista, su guitarra y su palabra encendida. Debutó en el festival en 1972, regresó en 1976 y, a partir de 1978, fue el payador histórico durante 30 ediciones consecutivas. Su estilo, su presencia y su poesía marcaron a fuego a varias generaciones.
Sin embargo, su participación en el festival se interrumpió en 2011, luego de que realizara una crítica pública tras la muerte de un jinete en el predio, lo que generó un distanciamiento con la comisión organizadora. Desde entonces, fue reemplazado por Nicolás Membriani. Aun así, el cariño del público y su figura como símbolo del evento nunca se desvanecieron.
Gustavo Guichón nació el 8 de marzo en Florida, República Oriental del Uruguay, pero su alma viajera encontró un hogar en Villa de María del Río Seco, Córdoba, donde se radicó y desde donde continuó compartiendo su arte con el país y el mundo. Fue un referente mediático y cultural del género payadoril, solicitado en múltiples festivales, encuentros y espacios donde la palabra rimada seguía siendo un canal de expresión profunda.
Su pasión por el arte repentista la resumía así:
"El arte del payador es el arte primigenio, mezcla de astucia e ingenio y de sentidos profundos, porque tiene como el mundo centenares de milenios. El canto de uno nace y muere en un momento. Y nadie puede sondear lo íntimo del pensamiento. Todo el que canta lindo canta una vez al año y yo, como canto fiero, vivo la vida cantando", decía Guichón.
Su fallecimiento ocurrió mientras regresaba de un viaje a Bolivia. Estando de paso por la provincia de Salta, en la localidad de Güemes, sufrió una descompensación fatal en la casa de unos amigos. Su partida dejó un vacío enorme en la cultura popular, pero también una llama encendida que se resiste a apagarse.
En Villa de María del Río Seco, la que fuera su vivienda personal se transformó en un verdadero homenaje: La Casa del Payador, que actualmente funciona como museo y centro cultural, ha sido formalmente constituida como la Fundación Gustavo Guichón.
Este espacio no solo conserva objetos personales, manuscritos, fotografías y recuerdos del artista, sino que también es un punto de referencia para la cultura local y regional, abierto a toda la comunidad. Allí se respira historia, arte y memoria viva. Es un lugar para aprender, para reencontrarse con nuestras raíces y para seguir escuchando, en el silencio de sus paredes, los ecos de una guitarra que nunca dejará de sonar.