Las aulas de la Escuela Primaria General José de San Martín, en Villa de María del Río Seco, guardan entre sus paredes historias que han trascendido generaciones. Entre sus alumnos destacados se encuentra Víctor "Cacho" Cabeza, quien cursó sus estudios primarios en esta institución y compartió grado con contemporáneos que también formaron parte del tejido cultural del pueblo. Años más tarde, su voz y su música llevarían el alma de Villa de María más allá de sus fronteras. Sus canciones, profundamente arraigadas en la esencia del lugar, resonaron en festivales y escenarios, llevando consigo las historias y paisajes del norte cordobés.
Otro exalumno ilustre fue Don Gregorio Cabral, reconocido luthier e imaginero. Su talento manual lo convirtió en proveedor de guitarras para decenas de guitarreros locales y también para artistas consagrados del ámbito nacional e internacional. Entre sus obras más significativas se encuentra la talla de la réplica de la Virgen Cautivita, imagen que hoy recibe a los fieles en la capilla del Cerro del Romero, símbolo de la profunda fe que caracteriza a la comunidad.
Pero el sueño educativo que hoy se celebra tiene raíces mucho más antiguas. El 6 de noviembre de 1810, el presbítero José Domingo de Allende solicitó al gobernador Mariano Boedo la designación de maestros para la villa, reiterando su pedido el 30 de diciembre de 1812, con la propuesta concreta de nombrar como maestro a Juan José de Espinoza.
En 1813, Allende redactó el ambicioso proyecto "Estatuto para las Escuelas de la Patria", que fue presentado a las autoridades provinciales y puesto en marcha. Ya instalado en Córdoba en diciembre de 1815, impulsó la creación de la Junta Protectora de Escuelas Gratuitas, oficializada por el gobernador Juan Bautista Bustos el 26 de diciembre de 1822. Poco antes, el 24 de octubre de ese mismo año, la junta promovió una suscripción voluntaria entre los vecinos para financiar la construcción de una escuela en Río Seco.
Ese mismo año, Francisco de Bedoya gestionó trescientos pesos para las escuelas de Tulumba y Río Seco, suma que fue aprobada el 2 de diciembre de 1822. Bedoya también ofreció su propia casa como espacio temporal para el funcionamiento de la escuela, en tanto se construía el edificio definitivo. Finalmente, hacia fines de 1825, la obra estuvo terminada. El primer maestro designado oficialmente fue José Constantino Rodríguez, el 19 de octubre de ese año.
Desde entonces, la historia de la educación local estuvo marcada por avances y desafíos. El 6 de octubre de 1830, Carlos Baca reemplazó a Rodríguez, y más adelante, el 17 de enero de 1839, el gobernador Manuel López nombró a Florencio Romero como preceptor, cargo que más tarde ocupó Miguel Novillo, desde el 3 de julio de ese mismo año.
Para 1867, el inspector de escuelas Pedro Rivas realizó una visita clave, señalando que la única escuela fiscal de varones contaba con solo 29 alumnos, a pesar de que el pueblo podía aportar hasta 80. Su informe al ministro instó a una mayor atención a la educación en la región. A partir de esta evaluación, Rivas impulsó la creación de una Comisión de Escuelas, liderada por Ezequiel Argüello, quien el 12 de octubre de ese año exhortó a los vecinos a gestionar la reapertura de la escuela de niñas.
La respuesta no tardó en llegar: el 10 de enero de 1871, el gobernador Félix Peña nombró maestros a José del Pino y Nicolasa del Pino, y el 12 de agosto se sumó Paulina del Pino. El 1 de junio de 1872, asumió como maestro Santiago Lugones, padre del célebre escritor Leopoldo Lugones. Tras contraer matrimonio con Custodia Argüello, Lugones se retiró el 13 de junio de 1873, y su puesto fue ocupado por Enrique C. de Jong.
Por entonces, el inspector Alvarado Cordero elaboró un informe detallado sobre las condiciones del establecimiento: escaseaban bancos y pizarras, aunque la biblioteca contaba con buen material. El 29 de julio de 1873, fueron nombrados Fausta Montenegro como maestra y Federico Roldán como maestro ayudante. Posteriormente, el 20 de marzo de 1875, se designaron como maestros a Justo Ortega, y para la escuela de niñas, a Dalinda Bulacio y Gosfinda Bulacio.
Con estos nombramientos y mejoras en la infraestructura, 1875 se estableció como el año fundacional de la actual Escuela Primaria General José de San Martín.
Hoy, en 2025, la comunidad celebra 150 años de educación pública en Villa de María del Río Seco. Se rinde homenaje a generaciones de docentes que convirtieron cada clase en un acto de esperanza, a estudiantes que dejaron su huella en estas aulas, y a figuras como Don Gregorio Cabral y Don Víctor Cabeza, cuya formación en esta escuela fue el punto de partida de legados culturales y espirituales de gran valor.
La Escuela General San Martín representa mucho más que un espacio educativo: es símbolo del esfuerzo colectivo de un pueblo que, desde hace siglo y medio, ha apostado con firmeza por el poder transformador de la educación.
¡Felices 150 años, Escuela San Martín
Fotos @sandanruiz